martes, 13 de enero de 2015

nuit blanche

helena kvarnstrom


Llévame al edificio más feo del Norte, en el Norte. Lo más al Norte posible. Rozando el mar y los muslos. Revuélveme el pelo y tócame la nuca. ¿Ves aquel edificio horrible de hormigón? Entremos. El aire entra por los quicios de la puerta, y las ventanas chillan de dolor. El suelo cruje con cada sonrisa. Te rascas el brazo, y cae gotelé del techo. El colchón y las chinches y los moratones de golpearte contra las indecisiones y la nariz que te pica y la sábana que está manchada de placer. Y todo resbalaba por el edificio de hormigón
Y solo entonces, cuando se alienaron los ovnis, con la puesta de sol, y con las estrellas que me enseñas todas las noches; solo entonces, cuando respiramos el aire encarcelado en esa habitación, solo entonces, cuando te amé en fractales; en ese momento, que era una hora con decimales, fuimos libres.





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