sábado, 27 de diciembre de 2014

café cronin

william eggleston

¿Pero en serio te diste cuenta de todo esto cuando te terminaste el café de aquel vaso endeble de forexpan? Bueno, en realidad no era forexpan, ni siquiera sé cómo se escribe. Pero bueno, sabes a lo que me refiero. Este material horrible de los vasos de café de la facultad, que estaban blandinos, y mordías y mordías mientras te contaban historias para no dormir de fines de semana muy alejados de los tuyos, y que mordías hasta que lo rompías del todo y estaba escupiendo bolas blancas una hora. 

El poso de café estaba helado ya, y él? Él no venía. Te había dejado con una cara de gilipollas esperando en el drive in, con los cafés apoyados en el capó de aquél coche, reflejo de sus inseguridades, fetiche de sus mierdas, haciéndote ver que volvería. Dejaste los cafés tal cual, y te alejaste viendo cómo su diana era otra. Y sonreíste. Porque al fin y al cabo, nunca es tarde. Y nunca es demasiado. Y fuiste a por otra copa, en otro lugar.


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